–¿Por qué me hablas en francés cuando hacemos el amor?
– Ay, qué vergüenza… No sé… Creo que a veces no controlo el idioma en el que me expreso.
-No es que no me guste, eh. Me gusta, mucho. Es bonito verte así, completamente entregada y tan desinhibida que no controlas el idioma en el que te expresas, pero es que no me entero.
–Ya, lo siento.
–No, no. Nada que sentir. Al fin y al cabo, el idioma principal es el de nuestras pieles y ese lo entiendo perfectamente.
–Eres todo un nativo.
–Pero es verdad que a veces me gustaría entender lo que dices en francés.
–Veux-tu des leçons?
-¿Mmh?
–¿Quieres que te de alguna clase?
–Creo que sería un desperdicio. Los idiomas no son lo mío.
–¿Seguro? Con lo bien que hablas nuestraspieles.
–Eso es diferente.
–¿Diferente cómo?
–Eso eres tú. A ti te entiendo.
–Bueno pero nuestraspieles es cosa de dos. Si yo no te entendiese no habría idioma.
–Es un idioma precioso.
–El francés también.
–Prefiero nuestraspieles sin duda.