Hay un marco de fotos vacío y no puedo sino pensar en quién habitaba ese espacio. Veo el dolor detrás del hecho de estar vacío ahora y el espacio que ocupaba en tu corazón. No te pregunto porque no quiero ver la punzada en tus ojos. Imagino toda la historia tras el gesto final de retirar la foto y dejar el marco. Un gesto derrotado, cansado, dolido. La tristeza es demasiado arrolladora y empiezo a llorar.
– Oye, preciosa. Shh. ¿Qué te ocurre?
– Nada, perdona, nada.
Te beso.
– No llores, mi amor.
– Estoy bien, no es mía la tristeza que provocan estas lágrimas.
Me das un beso valiente y tengo la esperanza de llenar ese marco de fotos algún día.