– No sabía que supieras cocinar.
– Hay muchas cosas que todavía no sabes de mí, no sé por qué te sorprende que sepa cocinar.
– No es que me sorprenda el hecho, sino más el que lo hagas tan bien. Me alegra, es algo que tenemos en común.
– Hay muchas cosas que hago bien y que todavía no sabes.
Una pausa.
– Eso ha sonado mejor en mi cabeza.
– No, no. Ha sonado bien.
Mi mano en tu mejilla, mi cuerpo acercándose peligrosamente a un deseo palpable desde que me diste tu número.
Tenemos escalofríos y no creo que sea por los pocos grados que hace en tu terraza. ¿Qué tendrán las terrazas?
– ¿Te ha gustado la cena? – preguntas al cabo de lo que parece una hora pero que en realidad han sido menos de 30 segundos.
– Mucho. ¿Te ha gustado la compañía?
– El champagne que has traído ha acompañado muy bien. Y tú has casado perfectamente con todo.
– Bonita manera de expresarlo.
– Qué puedo decir, las palabras también se me dan bien.
– Querido, ese es mi departamento.
– Igual ha sido tu influencia estas semanas. Me noto cada día más inspirado.
– Eso justamente iba a decir yo. Desde que nos estamos conociendo no paro de escribir.
Te acercas más. Me quitas la copa y dejas la tuya. Tus manos rápidamente encuentran otro sitio que ocupar y pese a que echo de menos mi copa, no puedo negarme a ir en la dirección que indicas.
– ¿Qué tienen las terrazas? – te pregunto con un suspiro.
– La mía nunca ha tenido en ella algo tan bonito como tú.
– No sé por qué no me estás besando – te ruego.
Una pausa. Un beso.
– Ese beso ha estado bien – te digo, todavía intentando recuperar el aire de lo intenso que ha sido.
– Ese beso ha sido increíble; no mientas.
– Sonaba mejor en mi cabeza.
Una pausa.
– Ese beso no podría habérmelo imaginado mejor. Espero que no fuera el único.
– Esto es solo el comienzo, querida.
Una pausa. Una promesa.
Me gusta
^^